miércoles, abril 29, 2009

Para que bailen los osos

Cuando comienzan a cantar de Madrugada
en el instante que la Música termina
y nada más puede sonar Ni orquestas
o guitarras eléctricas Tan sólo la respiración
de una larga noche que no abandona
por más que la claridad insista
Ella se acomoda entre las sábanas
con sus pies helados sobre la cabeza
Calma el pulso acelerado
No hay sueño No hay nada de madrugada
hora difícil cuando todos duermen
todos descansan pero aquí no
todos nos desesperamos
y la ventana
luz candente.